La emigración a Japón supone una experiencia extremadamente
cultural. Esta implica la incorporación a unos sistemas políticos, económicos y sociales diferentes —con sus propias lógicas y relaciones de poder— y también la entrada en contacto con tradiciones,
costumbres y celebraciones que a menudo nos producen "extrañamiento”
por su
ajenidad a los cánones occidentales pero que, en cualquier caso, pueden ser una
buena oportunidad para aprender a aceptar nuevas perspectivas culturales.
Los rituales funerarios en Japón
Entre las
prácticas japonesas que nos parecen "extrañas” se encuentran las mortuorias, particularmente los ritos funerarios para expresar los
sentimientos respecto a la muerte de una persona querida y transmitir compañía a los dolientes. En Japón, los ritos funerarios de carácter budista son los predominantes —en el 90 por ciento de los casos—, aunque
también se oficien funerales sintoístas y cristianos, pero en mucha menor medida.
Los
funerales budistas nos generan a menudo "extrañamiento” por lo diferentes a sus equivalentes
latinos, que son mayoritariamente católicos, con los que estamos más familiarizados. Aunque cabe reconocer entre ambos elementos
tradicionales comunes, tales como el velatorio, el funeral, el entierro, los rezos
póstumos, las conmemoraciones, y la observancia del luto, entre otras
similitudes.
Atendiendo a actos de condolencia
La vida social en Japón nos pone inevitablemente en contacto con
los rituales
funerarios de carácter budista, a los que los
creyentes conceden suma importancia, invirtiendo mucho tiempo y recursos económicos —una media de dos millones de yenes por funeral—, y que nos
indican la concepción que los japoneses tienen de la muerte, entre otras cuestiones.
En función a nuestra cercanía al difunto y a su familia tendremos la ocasión de atender al velatorio (tsuya),
al funeral (sôshiki), a los siete responsos (kuyô) o a las conmemoraciones de los aniversarios de la
muerte (hôjô), normalmente seguidos de
banquetes funerarios, que tendrán lugar en la casa del difunto, en un templo o en un establecimiento
especializado, según los
casos.
Se cree que participando en las recitaciones de las sutras, rezando,
quemando incienso y ofreciendo alimentos o bebidas, facilitamos
el viaje del espíritu
a la otra vida y su llegada al paraíso budista, donde reina la perfecta
armonía.
Protocolo y etiqueta
El comportamiento,
la actitud y el ritual funerario han sido determinados por la cultura japonesa, y han ido
evolucionando a lo largo del tiempo. Así, hay una tendencia creciente a celebrar el
funeral en un entorno más familiar e íntimo, y a rehusar el "dinero para el incienso” (kôden) entregado tradicionalmente por
los asistentes al velatorio o al funeral a la familia del fallecido —dentro de
un sobre de condolencia específico— a modo de contribución al pago de los servicios funerarios.
Siguen
respetándose estrictamente, sin embargo, los protocolos
jerárquicos en
el homenaje al difunto (primero el doliente principal, luego la familia, por último los allegados por orden de arribo) y los códigos de etiqueta, caracterizados por la
sobriedad en el vestir y en el actuar. Particularmente
destaca el uso del color negro en la indumentaria para expresar públicamente tristeza y respeto hacia
el difunto, de esta manera los varones visten traje y corbata negra con camisa
blanca lisa, y las mujeres visten íntegramente de negro.
Nos consta que
cada uno entiende el respeto y el dolor de forma particular, y que no existen normas
universales para el duelo y el luto, pero cabe recordar que mostrarlos según las tradiciones
locales será siempre
agradecido por los familiares y allegados del difunto que honramos.
DIÁSPORA
Por: Rosalia Avila Tàpies
Doctora
en Letras por la Universidad de Kioto
E-mail:
rosalia.avila@geografos.org