Sin duda
alguna -y el lector estará
de acuerdo con este servidor- el onigiri (お握り, que puede
significar amasar o unir), también llamado (omusubi お結び,
literalmente atar o amarrar) es quizá la comida japonesa más popular,
sencilla, barata, nutritiva y, por si fuera poco, deliciosa. En los tiempos del
"fast food" (o comida rápida, usualmente hipercalórica, poco
nutritiva y fácil
de comer), el humilde y ancestral onigiri es una óptima
alternativa alimentaria.
El onigiri
es, de alguna manera, equivalente a un bocadillo, entremés, tentempié, botana, o
lo que se conoce en inglés
como "snack": un alimento ligero entre las comidas principales. Sin
embargo hay que señalar
que el onigiri puede convertirse por si mismo en una comida principal por su
contundencia y contenido nutricional.
El onigiri
consiste en una bola de arroz cocido -este suele ser de consistencia pegajosa,
para que no se desmorone y pierda forma y consistencia- normalmente de forma
circular o triangular, que puede tener relleno o no; en este último caso
el arroz suele estar aderezado con ingredientes como algas y hierbas secas y
molidas, semillas de sésamo
tostadas, huevos deshidratados, pescado seco, entre otros saborizantes. A
diferencia del sushi (寿司),
el arroz con el que se ha de hacer el onigiri solo contiene agua y nada más. Pues bien, el procedimiento consiste en tomar
con la mano una porción
de arroz, darle forma de cuenco, en el interior colocamos el relleno que
deseamos; luego de ello cubrimos el relleno con más arroz y
le damos la forma deseada. Otro detalle importante es que se acostumbra colocar
un poco de sal en la superficie del onigiri y se acompaña envuelta
en una generosa tira de alga nori seca.
Lo de la alga nori que envuelve al onigiri
no es solo mero acompañamiento:
tiene la función
de contrarrestar y neutralizar los hidratos de carbono presentes en el arroz y
hacerlos más
ligeros y dietéticos.
Como bien
hemos dicho se puede rellenar con lo que queramos, literalmente con lo que tengamos
a mano: ciruela encurtida (umeboshi), trozos de pescado, verduras, huevo,
salchicha, langostinos, huevas de pescado, algas, entre otros ingredientes
variados.
Ahora
hagamos un poco de historia. Si nos remontamos a los orígenes de
este plato, los onigiris ya son mencionados en el Genji Monogatari -novela
escrita hace 1000 años
por la cortesana Murasaki Shikubu-. En una de las escenas las bolas de arroz
moldeadas a mano (llamadas tonjiki en la novela) son apiladas en un túmulo y
ofrecidas a los dioses durante una ceremonia en la corte imperial. Durante los
siglos XV y XVI, los soldados que luchaban en las guerras civiles llevaban
onigiri envueltos en largas hojas de palma, fáciles de
transportar, fáciles
de comer.
Imagínese el
lector, que desde esas épocas
hasta la actualidad el omnipresente onigiri acompaña a la
sociedad japonesa. La popularidad de este platillo radica en que puede ser
preparada con facilidad, es una vianda portátil que ocupa muy poco espacio, no se
descompone con facilidad, se come con las manos y no ensucia. Además es muy
simple, barato, democrático y al alcance
de todo el mundo. Es clásico
en los refrigerios y meriendas; ideal para excursiones y paseos, a cualquier
hora hora del día.Si tuviera
que escoger mi tipo de onigiri favorito creo que me decantaría por el
llamado tenmusu (天むす)
que no es otra cosa que un onigiri relleno con un sabroso langostino frito.
En la
actualidad podemos encontrar moldes de plástico o madera para hacer los
socorridos onigiris con mayor facilidad. En las tiendas de conveniencia y en
los supermercados podemos encontrar diferentes tipos de onigiri con los más diversos
rellenos para todos los gustos y envueltos en prácticas
envolturas de plástico.
Permita el
amable lector que este servidor recuerde sus años de
infancia: cuando regresaba del jardín de infancia mi querida abuela Tari
me esperaba siempre con una bola de arroz tibio embadurnada con pasta de miso (味噌). Qué delicia
que hacían
las ajadas manos de la abuela: las mejores bolas de arroz que he comido en mi
vida, palabra que sí.
Yo no sé
pero ya se me abrió
el apetito ¿Y
a usted no?
Por: Miguel Fujita