
Por ahora no son
muchos pero es latente la preocupación de si pueden mantener o no el empleo
actual porque en estos últimos 6 años han venido ingresando unos 260.000 asiáticos
como practicantes "gino jisshu” y desde abril de 2019 ingresarán unos
370.000 más, en su gran mayoría jóvenes de 20 a 30 años. Solo durante este año
fiscal llegarán 100.000 asiáticos de 8 países que tienen un convenio de "capacitación”
con Japón.
A medida que un
trabajador va acumulando experiencia eso es una ventaja para el empleador
porque implica mayor productividad y estabilidad en la producción.
Pero, la
edad sin ser un impedimento es un tema sensible que debe ser abordado por el
trabajador como por la empresa, tanto para regular el rendimiento como prevenir
siniestros laborales. Los dolores en la rodilla, piernas, cintura, hombros,
etc. y la reducción muscular impiden trabajar con el mismo ritmo que antes por
más experiencia que uno tenga. Y el que cree que puede rendir más suele
terminar con una dolencia mayor o ser el causante de un accidente que involucre
y dañe a sus propios compañeros de tarea. No solo lo visible sino también las
enfermedades crónicas pueden limitar los turnos rotativos (diurno y nocturno).
Si a esto le sumamos la precariedad de los contratos, es un estrés que afecta
la vida emocional y familiar de cualquier trabajador. Los asiáticos mencionados
vienen de hecho como "dekasegui” y están dispuestos a trabajar al límite o más
allá de lo permitido por un salario mucho menor de lo que cobran el promedio de
los trabajadores latinos. Como lo han señalado algunos expertos el índice de
siniestros laborales en ese colectivo es bastante preocupante e incluso es de
suponer que hay muchos casos no declarados.
Retomando el tema
con los trabajadores que superaran cierta edad o los re-contratados después de
su retiro a los 60 ó 65 años de edad, por la actual escasez de mano de obra hay
una importante demanda y en general son muy bienvenidos en los sectores
servicio y comercio. Las empresas de limpieza, cuidado de ancianos,
mantenimiento de parques, cuidadores de playas de estacionamiento, preparación
de comidas en supermercados, etc. permanentemente ofertan puestos de trabajo
por horas y días con bastante flexibilidad para cubrir esas necesidades. En
parte es una precariedad acordada porque los mismos trabajadores no anhelan las
8 horas diarias y prefieren 4 a 5 horas y solo tres o cuatros dias a la semana
o a veces menos. Los horarios son irregulares y el empleador debe diagramar con
mucho cuidado el cambio de turnos y prestar más atención en la continuidad de
las tareas y en la prevención de accidentes.
Según un reporte de
JISHA-Japan Industrial Safety & Health Association conocido como CHUSAIBO
(Chuo Rodo Saigai Boshi Kyodai), da cuenta que los trabajadores mayores
de 65 años de edad ocupan el 12.2% de la población laboral de 67 millones (no
todos trabajan pero es la que trabaja y podría trabajar) y que cada año va en
aumento.
De estos 8 millones de trabajadores, según el Libro Blanco de Adultos
Mayores (Koreisha Hakusho), el 54.8% de los hombres mayores de 65 a 69 años
y el 34.2% de 70 a 74 años se encuentra trabajando de alguna manera; y en las
mujeres es el 34.4% las comprendidas entre los 65 y 69 años y el 20.9% entre
los 70 a 74 años. A medida que aumenta la edad los contratos son por horas de
trabajo y renovables por semestre o por año, o sea la precariedad va del 50% al
80%, pero en muchos casos es la condición que ponen los mismos trabajadores por
sus limitaciones físicas y las necesidades de compatibilizar la salud y vida
familiar. Desde luego, muchos ya están cobrando su pensión y para evitar
reducciones en las pagas son muy pocos los que trabajan a tiempo completo.
El reporte de CHUSAIBO
señala que los que fueron autónomos son los que más trabajan para complementar
su pensión o para seguir cubriendo los gastos cotidianos de sus hijos que no se
independizan o que no forman familia propia.
Estas son las
particularidades de la fuerza laboral de los mayores que superan los 55 años de
edad y la de los adultos mayores pos-retiro.
Por ende, sea por necesidad o por
pasatiempo, el trabajo es parte de la rutina pero los riesgos de un siniestro
laboral por falta de concentración en el trabajo, por descuido, por falta de
reflejo y fuerza muscular, etc. son bastante más alta que el de los activos
hasta los 50 ó 55 años de edad.
El gráfico adjunto muestra esa tendencia. Al año
2016 se registraron 327 muertes y 27.097 licencias por enfermedad o lesión con
más de 4 días de reposo o cuidado en los mayores de 60 años de edad. Es más
alto que otros estrato de edades. Se dice que algunos trabajadores siquiera
declaran la lesión para evitar ser prescindidos o siendo una lesión grave el
empleador no facilita los trámites del seguro "rosai hoken” ante la
Inspectoría de Trabajo por miedo a sanciones o demandas civiles por indemnización
y daños. Si bien no hay
exceso de horas de trabajo sí hay descuido en la capacitación para la prevención
de siniestros laborales. Dentro de la
comunidad latina también hay más personas de edad y es importante cuidar la
salud alimentaria como la física para que estén en buenas condiciones para
rendir bien, pero viendo la enorme presencia de jóvenes asiáticos deben evitar
esforzarse más allá de sus posibilidades para no quedar inactivos o limitados
para siempre con secuelas irreversibles.
